viernes, 16 de septiembre de 2011

El Coliseo Romano


Roma es la ciudad eterna, la mil veces destruida y, otras tantas, reconstruida. En ella se superpone la mitología pagana de dioses adúlteros con la religión cristiana y, últimamente, con el ateísmo materialista. Vilmente olvidada y saqueada durante la Edad Media, comienza a renacer alrededor del siglo XIV, a la par que salen a la luz su glorioso pasado. Pero Roma no se para aquí y las sucesivas oleadas artísticas que se van superponiendo en la ciudad, desde el renacimiento hasta el modernismo pasando por un fértil barroco, van dejando su huella en cada rincón de esta urbe única.
coliseo roma
Si esto sucede con la ciudad, uno de sus monumentos más emblemáticos, El Coliseo,Patrimonio de la Humanidad, puede erigirse perfectamente en símbolo de este constante resurgir de entre las cenizas. El Coliseo es, en esencia, un anfiteatro romano cuya construcción se inició bajo el reinado de Vespasiano y lo remató su hijo Tito. Las obras mantuvieron un ritmo vertiginoso, ya que solo duraron diez años, prácticamente nada teniendo en cuenta la tecnología disponible en la época para la envergadura del monumento.
Su nombre, al parecer, se debe a una gigantesca escultura perdida, El Coloso, situada en las afueras del edificio representando al ególatra Nerón. Su función original era la celebración de juegos en el que se batían humanos con humanos o humanos con bestias. Por los testimonios escritos, sabemos que eran entretenimientos del gusto del vulgo, gratuitos y sufragados por algún rico patricio como demostración de poder. Hay fuentes que indican que en los cinco siglos que estuvo funcionando como anfiteatro murieron en su arena la friolera de casi un millón de personas (entre gladiadores, prisioneros de guerra, esclavos y mártires cristianos), una cifra que nos tiene que hacer reflexionar sobre la crueldad del ser humano. Del número de bestias y animales salvajes que fueron sacrificados ni siquiera se tiene constancia.
En la Alta Edad Media, El Coliseo quedó prácticamente abandonado a su suerte, a la furia de los terremotos y a los saqueos. Utilizado como fortaleza por algunas familias nobles que no tuvieron reparos en “ocupar” sus galerías, el edificio pasó a manos de la Iglesia en el año 1312, declarándose en 1749 lugar sagrado. Aún así, el traspaso de propiedad no pudo parar su decadencia y durante los siglos XVI y XVII, cuando ya parecía que se había acabado la barbarie, algunos influyentes romanos se dedicaron a arrancar el mármol travertino que recubría las fachadas, los adornos de bronce que aún permanecían en su sitio y, no conformándose con esto, hasta picar las piedras para reutilizarlas en otras construcciones. Terremotos, corrimientos de tierra y una bomba caída en la Segunda Guerra Mundial terminaron de recortar la silueta que conocemos hoy en día.
Recientemente ha vuelto a ser noticia por un supuesto trato de favor por parte de las autoridades italianas. El Coliseo para mantenerse en pie, a falta del concierto público, necesita del mecenazgo privado. La buena noticia es que el lugar intenta sacudirse la estela de su pasado sangriento y permanece iluminado 48 horas sin interrupción cada vez que un condenado a muerte, en cualquier lugar del mundo, es indultado o aplazada su ejecución.

fuente:whattoseeinrome