Un grupo de cuatro ejemplares quedó atrapado en las aguas de la ensenada Taku y empezó a nadar en círculos alrededor de la embarcación de una familia para recibir auxilio
Presentaban síntomas de agotamiento y frío y pudieron perecer ahogados en el mar.
Cuatro ciervos que se encuentran en mitad de las aguas que rodean a la ensenada Taku (Alaska), a dos kilómetros de la costa. Un viento fuerte que empieza a levantar olas. De pronto, y por fortuna, divisan un barco. No lo dudan: se dirigen desesperadamente hacia él. Cuando alcanzan su objetivo comienzan a nadar en círculos para demandar la atención y ayuda de su tripulación.
La familia Satre no se lo pensó dos veces; rescató al grupo de ungulados de morir ahogado. Izaron a los herbívoros hasta la embarcación -con gran esfuerzo, rememora Tom, pues «aunque estaban delgados pesaban más de 40 kilos»- y los secaron y masajearon para que entraran en calor.
Los ciervos presentaban síntomas de agotamiento y frío. Al final, todos, humanos y animales, desembarcaron en tierra firme sin problemas. Una bonita historia con un final feliz que ocurrió en octubre de 2010 y que en estas fechas recuerdan desde el blog Dogtleiss.
Tom Satre, por cierto, se dedica a realizar viajes turísticos por la ensenada Taku a bordo de su «Alaska Quest».
Presentaban síntomas de agotamiento y frío y pudieron perecer ahogados en el mar.
Cuatro ciervos que se encuentran en mitad de las aguas que rodean a la ensenada Taku (Alaska), a dos kilómetros de la costa. Un viento fuerte que empieza a levantar olas. De pronto, y por fortuna, divisan un barco. No lo dudan: se dirigen desesperadamente hacia él. Cuando alcanzan su objetivo comienzan a nadar en círculos para demandar la atención y ayuda de su tripulación.
La familia Satre no se lo pensó dos veces; rescató al grupo de ungulados de morir ahogado. Izaron a los herbívoros hasta la embarcación -con gran esfuerzo, rememora Tom, pues «aunque estaban delgados pesaban más de 40 kilos»- y los secaron y masajearon para que entraran en calor.
Los ciervos presentaban síntomas de agotamiento y frío. Al final, todos, humanos y animales, desembarcaron en tierra firme sin problemas. Una bonita historia con un final feliz que ocurrió en octubre de 2010 y que en estas fechas recuerdan desde el blog Dogtleiss.
Tom Satre, por cierto, se dedica a realizar viajes turísticos por la ensenada Taku a bordo de su «Alaska Quest».